lunes, 10 de marzo de 2014

Violines de Pólvora

Las canciones con piano relajan. A mi me relajan. Me encantan. Me seducen. Me abruman. Y me hacen llorar. Principalmente me hacen llorar. Bueno, a lo mejor me hacen pensar, y pensar me hace llorar. No puedo dejar de escucharlas.
El Clímax llega cuando en la misma canción se juntan piano, violines, violas y Leiva. La letra es buena, bastante buena, pero la melodía... Creo que lo es todo. Te transporta a un rincón de tu mente muy profundo y oscuro. Ese lugar inhóspito al que no quieres llegar conscientemente pero que buscas sin cesar inconscientemente en sueños -nunca me acuerdo de lo que sueño, así que sueño despierta. Soñar despierto no es que sea bueno ni malo, pero te embobas y no es lo mismo-. Cuando llegas a es frío rincón encuentras cosas que creías desterradas de tu mente o, al menos, olvidadas. Hay momentos malos y buenos. Los malos están ahí probablemente como protección. Los buenos quizá por olvidados al intentar olvidar personas o porque están asociados a otros muy malos.
Suena la primera nota. Surge el primer recuerdo. Al acabar la primera estrofa ya hay humedad en exceso en los ojos. A mitad de la canción caen lágrimas. Cuando termina, tengo un montón de pensamientos confusos, enrevesados y oscuros que me da miedo expresar. Y si encima el día ha sido tonto, raro, lluvioso y/o asquerosamente cansado no encuentro fuerzas para bloquear las ideas y éstas fluyen, fluyen y escupen pensamientos enterrados y lágrimas constantes. De pronto te encuentras preguntándote cosas que creías superadas y definidas totalmente.
Comienza una espiral vertiginosa a las profundidades de los recuerdos. Surgen los porqués, las dudas, los 'y si...' Se empieza con una teoría estúpida sobre si hubiera cambiado mucho tu vida si no hubieras tomado determinada decisión o si en lugar de decir esto hubieras dicho aquello, y se acaba buscando el fin de tu existencia. Suelen aparecer comparaciones con tu círculo cercano o con el vecino del 5º al buscar lo que en ese momento consideras la vida perfecta.
Entonces, el reproductor aleatorio te sorprende con la canción motivadora del día, recibes una llamada inesperada, te cuentan un chiste, llegas a tu destino y la espiral oscura es engullida por un haz luminoso y sonriente. Y pones buena cara, te secas las lágrimas y sigues adelante.




No hay comentarios:

Publicar un comentario