¿Por qué no hacemos eso siempre? Dependemos demasiado de las opiniones que otros se crean sobre nosotros y nos frena. NOS FRENAMOS. Porque somos estúpidos básicamente.
Nos centramos en qué piensan aquellos que nos rodean y olvidamos lo que sentimos nosotros. Hasta que llega un momento en que estalla la burbuja. Y cuando estalla, ya no hay vuelta atrás. Decides que, de ahora en adelante, vas a vivir día a día, vas a sonreír a quien te mira por encima del hombro por algo que has hecho. Y la vida es mucho, mucho, más sencilla. Sin complicaciones, sin preocupaciones, sin estupideces.
Es la vida deseada por todos, ¿no?
Una vida magnífica que está a la vuelta de la esquina, a un pequeño paso que no todo el mundo se atreve a dar.
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