sábado, 8 de noviembre de 2014

Madrid, Madriz, Madrit, Madrí

Suena el despertador a las 8. Ha sido una noche larga y llena de nervios. Tengo que meter en una maleta gigante toda mi habitación antes de las 10. Me voy a Madrid. Tengo miedo.

Madrid es una maldita ciudad enorme, con ruido a todas horas, un tráfico (y contaminación) insoportable, en la que para ir a cualquier lugar hay que ir en transporte. Y todo es nuevo y diferente a lo que conozco... ¿Qué pasa si soy un maldito bicho raro que no se adapta, no hace nuevos amigos y entra en depresión? Estoy muy muy asustada.



Primer día de clase, y sí, claro, estoy tan nerviosa que me tiemblan las manos y, esto me lo han contado, parezco realmente borde y seca.
Al acabar el día ya conozco gente, al acabar la semana incluso recuerdo algún nombre, y eso que no conseguí que truinfara mi idea del post-it en la frente con el nombre. Independencia, tuppers, agobios, histerias, cambios... Conozco algo que no me gusta, no es que no me guste como tal es que me vuelven a controlar, me vuelven a preguntar, me tengo que volver a relacionar con personas a las 9 de la noche cuando sólo quiero llorar o ni siquera me apetece hablar. " La familia..." Tampoco puedo quejarme, no debería hacerlo, sino fuese por ellos yo no podría estar aquí...
Al acabar el curso, septiembre me parece tan lejano y oscuro como el día de mi segundo cumpleaños.

El segundo año no es nada igual y a la vez sí. Reencuentros, abrazos, creo que alguna lagrimilla... Pero el volver a hacer amigos me da taaaanta pereza... Pero no salió tan mal, ahí están nuevas personas. Y las de antes.

Tercero. Joder... Me hago mayor... No quiero hacerme mayor, no me gusta, no quiero pensar en el futuro porque me da realmente miedo. Pero es tercero. Debería plantearme la vida que quiero. O no. ¿Para qué? ¿Es necesario saber qué voy a hacer mañana? Sigo siendo la misma estúpida a la que le gusta la cerveza bien fría, tiene los pies helados incluso recién salida de la ducha, se emociona y lo esconde, aparenta ser un témpano de hielo, intenta que nada le afecte...

Para ser una persona fría y fingir que nadie te importa, sólo tienes que montarte en el metro y observar a la gente. Madrid consigue que pase desapercibida mi alegría y mi tristeza, que la multiplique por mil o que la comparta con otros 5 millones de personas...

Madrid es mi pisito frío y pequeño de primero en Chamberí, todo lo que lo desaproveché y cómo me enamoré de esta ciudad que muchos detestan.
Madrid es ver que no todo es tan horrible como cuentan, que sí puedes conocer a tus vecinos, que puede que no te roben en el metro, que hay lugares tranquilos.
Madrid es odiar el metro en hora punta y adorar que allí donde vas puedes llegar andando.
Madrid es la Gran Vía por la noche con las luces iluminando los edificios más emblemáticos.
Madrid es un bocadillo de calamares en un bar un tanto casposo de una de las calles que salen de la Plaza Mayor.
Madrid es ver la Plaza Mayor desde una azotea que no todo el mundo puede disfrutar.
Madrid es el imponente Santiago Bernabeú, el Calderón, la M30, la M40, la M50.
Madrid el la maldita Puerta del Sol en Navidad.
Madrid es Chueca, la Plaza de Santa Ana, la calle León, la calle Montera, la plaza de Ópera, el templo de Debod, Tirso de Molina, Preciados en rebajas, esquivar gente de ONGs en Callao, el Retiro en primavera, los museos entre semana...
Madrid es una ciudad que puedes ver por completo en una semana, volver a los 10 años y que haya cosas iguales y otras completamente distintas.
Madrid es todo lo que conozco y lo que me queda por conocer.
Madrid es tener que esperar a coger el metro a las 6 de la mañana muerta de sueño y frío.
Madrid es estar bastante cerca de todo y que te de bastante pereza llegar hasta a ello.
Madrid es conocer gente nueva cada día, poder ver gente que conozco desde hace años.
Madrid son todas las estrellas que marcan los lugares que me gustan en GoogleMaps.
Madrid es agobiarte por las mañanas y por las noches.
Madrid hace que en verano quiera volver y cuando llevo aquí 4 meses quiera ir corriendo a los brazos de mi mamá.
Madrid supone mucho futuro, o quizás no tanto.
Madrid me encanta y cuando sea mayor y tenga que dejarlo, querré volver.

Sino hubiera tenido que venir, mi vida sería completamente distinta y soy consciente de ello. Vendría a Madrid como una turista más, ignoraría a la gente y sería igual de fría y calculadora pero sin tener que ver a toda esta cantidad de gente fría y calculadora como yo.

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