lunes, 7 de diciembre de 2015

De luces de discoteca y hielos que no enfrían

Asúmelo, no mueves el mundo. No consigues que recorramos ni doscientos metros por ti. Tienes que aceptarlo, es lo mejor.

Y con estas palabras te levantas cada día,
ves pasar las horas en el reloj,
empiezas una canción,
terminas una relación.
Sin ellas, nada hubiera cambiado,
ni yo estaría aquí ni tú me estarías escuchando.
Es verdad, no es lo normal.
Te asustas al más mínimo intento de palabras más que amables,
de palabras bonitas que jamás creías que oirías.
No sabes si soltar la copa y salir corriendo
o quedarte donde estás absorbiendo el momento.
Y en la duda está la pena.

Porque no, el amor no mueve el mundo.