jueves, 3 de marzo de 2016

Desinformación en la era de la información

Cuando te levantas una mañana y lees que un niño ha muerto por difteria porque no estaba vacunado crees, en tu ignorancia, que es un caso aislado.
Cuando, cada vez más, oyes a diferentes padres que no quieren vacunar a sus hijos, comienzas a preocuparte.
Cuando te enteras de que la UB llevaba desde 2004 impartiendo un Máster de homeopatía, te asustas. Y te asustas más cuando indagas y encuentras otras universidades que lo imparten.

Como estudiante de Ciencias, me asusto cada vez que enciendo la tele y veo una burrada; cuando pongo la radio y hay algún tertuliano de poca monta hablando sobre el futuro prometedor de no sé qué nuevo descubrimiento sin tener ni idea; cuando leo en TW o FB la explicación "científica" de la personalidad según tus dedos de los pies, el corte de pelo o tu color preferido; cuando aparece por algún lado un post con un listado de enfermedades causadas por el WiFi...

Si no has leído el Quijote, eres un inculto; si no has escuchado jamás a los Beatles, ¡oh, por favor, increíble!
Ahora, todos somos pequeños expertos en macroeconomía, fútbol, derecho, política, historia y mecánica. "Cuñadismo" se le llama.

Sin embargo, vivimos rodeados de creyentes consumados de las piedras mágicas, señores del espacio, generación espontánea, todo-tipo-de-ondas-son-perjudiciales, sólo-tomo-productos-ecológicos-porque-lo-demás-da-cáncer, las-bacterias-son-malas, o, mi tipo favorito, los-transgénicos-matan.

Muchas veces callo, porque cómo le digo a mi tía la del pueblo qué es un trasgénico si ni siquiera sabe qué es el ADN.

Y ahí está el problema. La ciencia básica del instituto no cala en la sociedad. Y una sociedad desinformada es una sociedad controlable.

El colectivo antivacunas es cada vez mayor, las ventas de productos homeopáticos (AGUA, bonitos) aumentan, la destrucción del medio da igual porque, oye, si da trabajo deforestar la selva del Amazonas se hace y punto. Ah, lo de que todos venimos de Adán y Eva lo sigue creyendo mucha gente.
Y si DiCaprio no gana un Oscar y en su discurso habla del Cambio Climático, ni se menciona siquiera en los telediarios. Que, total, si sube el nivel del mar, mi casa de Albacete será primera línea de playa.

No se ven los documentales de La2, da mucho más dinero ser una verdulera que merienda en un plató de Mediaset cada tarde que llevar cien programas en Saber y Ganar. El programa de Ángel Martín, Órbita Laika, fue ninguneado por la televisión pública, esa que pagamos todos, cambiándolo de franja horaria y día de la semana y eso que era maravilloso por sencillo, didáctico y ameno.
Ninguna televisión se atreve a poner un programa de ciencia en prime time porque en esta sociedad de borregos que sigue a la zanahoria, se prima la belleza. Aunque seas gilipollas.

Y sí, se hace buena ciencia en España.
Y sí, es necesaria una mayor inversión en Ciencia en España.

Pero siempre nos quedará Internet, ¿no? Ese bonito lugar que permite el acceso al conocimiento, al saber y a los vídeos de gatitos.

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