jueves, 28 de marzo de 2019

2137

Yo, que sólo conozco vagamente movimientos de las piezas de ajedrez, intento jugar la partida más complicada de la Historia. Otra vez. Como si la primera hubiera sido pan comido y no la maldita Boda Roja. Já, imbécil. ¿Piensas que es todo como antes? Vuelve atrás en el tiempo, cambia la clase de las tres por el café al sol. Escribe sin pensar, como si no tuvieras una clase de pedagogía a escasos metros y un folio en blanco a veinte centímetros de tu cara. Busca el bolígrafo verde, pero que no sea de gel. Controla el goteo, vanidoso y estúpido, de ideas rocambolescas que no se pueden decir en alto ni llevar a cabo bajo la luz del día. Quince líneas a completar con tres tristes premisas. Y no llegas a diez.
Hasta los más tontos ven lo que pasa delante de mi.
Madre mía, que no se note tanto el chroma en esta vida, que es mucho mejor lo sencillo y natural. Pero, eso sí, vístelo de gala.

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